¡Panoramix! Confiéseme, por favor… ¿Cuál es la fórmula para hacer buena divulgación científica?

 Figura 1. Representación gráfica en la cual se muestra al druida galo Panoramix realizando una de sus tantas preparaciones milagrosas.


Como más de una persona ya sabrá, Panoramix fue un antiguo druida capaz de idear las pociones más asombrosas habidas y por haber, unas pócimas que de ser bien empleadas eran y siguen siendo capaces de producir inmensos bienes. Entre estas, la más conocida y popular era aquella denominada “la crece sesos”, un genuino brebaje capaz de convertir al más tarado en el mejor divulgador científico. De tal magnitud era la calidad de esta preparación que Panoramix, en pos de la buena divulgación científica, decidió legarla a la humanidad, todo ello con la meta fundamental de que los hombres se beneficiaran de la fórmula eternamente. Tanto fue así que, según cuentan las lenguas antiguas, incluso los mejores pensadores de la historia hicieron alguna vez uso de este brebaje, dado que todo ellos buscaban alcanzar la excelencia divulgadora en sus respectivas obras. Es por todo esto por lo que “la crece sesos” fue empleada durante siglos por los humanos quienes pretendían hallar una fuente de inspiración. No obstante, bien es sabido que la felicidad no es eterna y, en este caso, no iba a ser una excepción, pues tras cientos de años la fórmula legada por Panoramix desapareció como si nada de la faz de la tierra. Nadie sabe dónde. Nadie sabe cómo. Nadie sabe nada. Eso sí, todos saben que desde ese mismo momento el género humano quedó desprovisto de una de sus grandes armas.


Tras la pérdida del brebaje, muchos fueron quienes pensaron aquello de “ya nada puede ir a peor”. Se equivocaron. Pobres ilusos. Y es que, como consecuencia de perder la fórmula surgieron dos nuevas enfermedades. Por una parte, apareció el síndrome del “yolosetó”. Mientras, por la otra parte, afloró el conocido como síndrome del “pofecioná”. Evidentemente, como no podía ser de otra manera, después de estas desdichas, el mundo comenzó a ennegrecerse, puesto que los grandes pensadores y sus magnificentes obras comenzaron un declive agónico en detrimento de otras nuevas especies mejor adaptadas al entorno. Y así, de esta guisa, fue como la divulgación científica pasó de los mejores intelectuales a los “yolosetó”, un nuevo espécimen divido en razas como los tiktokers, los youtubers, los instagramers, los cuñaders, entre otros. Empero, la hecatombe no finalizó aquí, sino que al surgimiento de los “yolosetó” le siguió el nacimiento de otra nueva especie mucho más peligrosa, “los pofecionale”.


Más concretamente, ha de argumentarse que la especie de los “yolosetó” emergió como consecuencia del primero de los síndromes anteriormente comentados, un síndrome malévolo que hace que todo el que lo padezca vierta sus opiniones sobre cualquier tipo de cuestión científica sin tener la más remota idea sobre la misma. Todo ello, indudablemente, sin remordimiento alguno…, ¡faltaría más! A consecuencia de este síndrome es por lo que hogaño puede hallarse a multitud de personas vendiendo, por ejemplo, entre otras muchas cosas, colágeno hidrolizado para la salud articular. Es decir, comercializando un producto que basa su radio de acción en aquello de: “lo que se come se cría” [1]; una gilipollez que, de ser cierta, aliviaría a más de un calvo. Todo ello, al mismo tiempo que el PIB de Turquía se hundiría, el pelo subiría en bolsa, los peludos se harían millonarios y la homosexualidad masculina sería normalizada hasta por los más retrógrados…


Por la otra parte, el síndrome del “pofecioná” es aquella patología que como consecuencia de su padecimiento provoca la aparición de los denominados “pofecionale”, unos seres que sustentan su credibilidad científica sobre unos “peasso” de currículums que parecen hasta de verdad; luego, por supuesto, solo dicen memeces. Una ejemplificación de personas que padecen esta enfermedad puede verse en aquellos Doctores en Ciencias del Deporte que defienden aquello de: “la cerveza con moderación es una bebida segura” (figura 2) [2]. O sea, en este caso, lo que argumenta este tipo de enfermo es que, la cerveza, una bebida alcohólica, puede consumirse con moderación, a pesar de contener una sustancia mortal y adictiva ─el alcohol─ [3]. Como se intuirá, este tipo de planteamiento es falaz, ya que el consumo recomendado de alcohol es cero [4]. Asimismo, téngase en cuenta que recomendar una sustancia adictiva con moderación es una irresponsabilidad, pues hay muchas personas que, por diversas circunstancias, una vez que se le expone a la bebida no pueden controlar su consumo [3].

Figura 2. Noticia donde una persona con extenso currículum argumenta aquello de: “la cerveza consumida con moderación es una bebida segura” [2].

Antes de proseguir con la temática, es de vital importancia expresar que el “pofecioná” es un ser mucho más peligroso que aquellos otros individuos que padecen el síndrome del “yolosetó”. Esta circunstancia anterior es debida a que el “pofecioná”, a diferencia del “yolosetó”, goza de credibilidad científica, una credibilidad la cual gana empleando sin compasión su arma favorita, el currículum, un documento que, dicho sea de paso, ha sido seguramente construido en base a cuestiones del tipo: “killo, citame que yo te cité…, vaya serme la cucamona”; “Ponme ahí cabesa, no me sea mamona, que mañana te doy los 500 que faltan pa la revista publicadora, ¿si o qué…?”. En resumen, el “pofecioná” es lo más parecido a un trilero; un jeque de la apariencia. Es más, es este último hecho el que en determinadas ocasiones le permite acceder a uno de los sistemas más corruptos del modelo español; el universitario. Por ello, actualmente, entre otros muchos casos, los alumnos del Grado en Fisioterapia de la Universidad Miguel Hernández pueden formarse en materias tan seductoras como el Yin Yang (figura 3) [5]. Como es de evidencia, cada universidad que haga lo que le plazca, pero por favor, luego que nadie venga diciendo aquello de: “las chinas que dan masaje en la playa son un peligro”. Eso es racismo. Pues joder, al menos las chinas no van con segundas, pero el titulado en fisioterapia ─o, quizás mejor, titulado en magia y hechicería por la Universidad de Hogwarts─ encima te presenta un papel garabateado por el Rey como signo de autoridad y saber. “Suscohoneahí compare”.

Figura 3. Parte del temario semimágico del Grado en Fisioterapia de la Universidad Miguel Hernández [5]. 

En definitiva, la cosa está tela de chunga, pues todo lo referido anteriormente ha derivado en otras situaciones tan esperpénticas como, por ejemplo, el destierro que sufren los grandes autores y sus obras literarias en detrimento de “proxenetas científicos” que comercian una especie de mercancía barata que se consume con la misma rapidez que se tira. Es decir, a día de hoy existe una divulgación que ya no se entiende como arte, sino como negocio. Indudablemente, las desgracias no finalizan aquí, dado que de todo lo anteriormente narrado ha derivado irremediablemente en la corrosión que el sistema educativo padece en todos sus estamentos, una corrosión impuesta por una legión de “pofecionale” que se han encargado de que este sistema no produzca seres conscientes, sino receptores sordos que celebran, comparten y bendicen cualquier tipo de información sin siquiera comprenderla. Igualmente, ha de expresarse que este sistema no solo se encuentra “corrosionado” por una legión de “pofecionale”, sino también por una prole de apáticos o, lo que es lo mismo, personas que, valga la redundancia, les da igual todo… Que la filosofía y la historia del pensamiento occidental es reducida en el sistema educativo al ostracismo: da igual... Que el comentario crítico en lengua castellana y literatura pierde fuelle: da igual… Todo da igual, bien sea por simple apatía o por apatía condimentada con falta de cojones. Es la era del “tontismo”, un periodo en el que incluso el mayor reducto científico, la universidad, ya huele a hospital. Huele a podredumbre…


Visto lo visto, y, dada la situación vigente, ha de comentarse que hace cuestión de un año un grupo de expedicionarios en busca del bien mundial decidió iniciar una misión para intentar recuperar la fórmula de Panoramix. Desgraciadamente, esta aventura, la cual llegó a su fin hace escasamente una semana, no ha conseguido hallar la pócima. Sin embargo, lo que sí han podido encontrar estos aventureros son algunos indicios que pueden servir para reformular la poción. Como no puede ser de otra manera, el proceso de reformulación será arduo y complejo, pero de inmensa utilidad social. Es más, de tal “valiosía” será esta reformulación que los responsables de los hallazgos ya han determinado algunos de los principios fundamentales de “la crece sesos”.


Así, el primero de estos principios fundamentales sobre los que se sustenta esta pócima es la “evidencia científica”, un principio que es condición “sine qua non” para que toda tarea divulgativa posea coherencia, pues evidénciese que ningún acto divulgativo puede ser medianamente digno si sus afirmaciones no son sustentadas sobre la evidencia científica más rigurosa y actual. Por supuesto, es esencial puntualizar que cuando se habla de evidencia científica se hace referencia única y exclusivamente a aquella parte de la ciencia donde se emplea de forma adecuada el método científico, un método que como sostiene Robert M. Pirsig en “Zen and the Art of Motorcycle Maintenance”: “tiene por finalidad asegurar que la naturaleza no nos lleve erróneamente a pensar que sabemos algo que en realidad no sabemos” [6].


El siguiente fundamento que debe contener “la crece sesos” es el “razonamiento”, un concepto que puede definirse como la característica que adopta el pensamiento cuando compone, relaciona y asocia juicios respetando las estructuras lógicas contenidas en los mismos juicios utilizados ─nótese que si las estructuras lógicas no son respetadas no puede hablarse de razonamiento, sino de falacias lógicas o sesgos cognitivos─. Más detalladamente, este principio fundamental es el que permite evaluar la corrección de la evidencia científica consultada. En otras palabras, el razonamiento permite valorar que la evidencia científica sobre la que se sustenta el acto divulgativo sea correcta y ausente de falacias y sesgos. Asimismo, este principio también permite suplir en algunos casos la ausencia de evidencia científica disponible. Y es que, ha de saberse que existen temáticas en las que la inversión científica es misérrima y, por tanto, las evidencias científicas arrojadas son como poco decrépitas. En estos casos, el mejor recurso disponible es el razonamiento, un medio que correctamente empleado aportará luz a las cuestiones necesitadas de ello. 


En tercer lugar, dentro de los fundamentos esenciales se encuentra también la “duda”, una característica del pensamiento que busca la interrupción de ese piloto automático del día a día para lanzar una sospecha sobre si lo que se está haciendo es lo correcto o, por el contrario, es erróneo. Más exactamente, la duda sería aquello que permite poner en cuarentena voluntaria y transitoria toda evidencia científica consultada y razonamiento realizado, acto que deriva en un profundo proceso introspectivo pasajero. Resumiendo, si la divulgación precisa de la evidencia científica y del razonamiento para construir argumentaciones sólidas, también necesita de la duda, aquella actitud que invita constantemente a revisar todo contenido, ─evidencia científica o razonamiento─, para valorar la corrección y adecuación de los mismos.


A continuación, otro de los principios rectores del brebaje de Panoramix parece ser el denominado “pensamiento crítico”, una tipología de pensamiento que emplea la evidencia científica y el razonamiento para cuestionar de forma constante la realidad, hecho que tiene por fin último promover mejoras a nivel social, científico o de cualquier otra índole. Antes de continuar, es necesario insistir diciendo que todo pensamiento crítico debe estar basado en la evidencia científica y/o el razonamiento, pues como se ha comentado, esta tipología de pensamiento busca como fin último producir mejoras, acto que no puede ser llevado a cabo si el análisis de la realidad no se realiza en base a sustentos científicos o razonamientos adecuados. Ejemplo de lo comentado puede verse hogaño en los grupos antivacunas, unos grupos que dicen promulgar el pensamiento crítico por el simple hecho de atentar contra algo; craso error, pues este tipo de reivindicaciones antivacunas no poseen aval científico ni razonamientos válidos, eventos que invalidan cualquier atisbo de pensamiento crítico.


Finalmente, en quinta y última posición, puede encontrarse entre los principios rectores de la pócima el apodado “pensamiento creativo”, un pensamiento que ayuda a expresar la crítica contemplando todas las ventanas existentes que ofrece la realidad. Es decir, el pensamiento creativo sería aquello que permite expresar el pensamiento crítico de formas dispares.


A priori, estos serían los principios fundamentales que hasta el momento los valientes expedicionarios han considerado vitales para reformular la poción de Panoramix. No obstante, antes de finalizar este texto han de comentarse dos cuestiones primordiales: 1) la reformulación quizás aún se encuentre incompleta por falta de algún principio fundamental no detectado ─ha de seguirse investigando─; 2) para que esta reformulación pueda surtir algún efecto han de mezclarse correctamente todos los ingredientes anteriores, puesto que estos no son útiles de manera aislada. Para ello, sígase el siguiente orden. Primero, viértase en el caldero la evidencia científica y el razonamiento, pues ellos aportarán coherencia a las afirmaciones realizadas. Posteriormente, téngase en cuenta que dichas afirmaciones no son inamovibles, sino cambiantes y adaptativas conforme a los nuevos tiempos, es por ello por lo que en segundo lugar deberá verter en el caldero un buen chorreón de duda, una herramienta que nunca permite el total acomodo de las afirmaciones realizadas, ya que incita a la revisión voluntaria y transitoria de la evidencia científica y el razonamiento. Terceramente, derrame dentro de la caldera una pizca de pensamiento crítico, aquel pensamiento que mediante ideas sustentadas en la evidencia científica y/o el razonamiento cuestiona la realidad circundante para, finalmente, conseguir mejoras. Por último, arroje un puñado generoso de pensamiento creativo, aquel que permite expresar el pensamiento crítico de forma tan dispar que en un primer momento ni la naturaleza era consciente de ello (figura 4).

Figura 4. Cadena de principios fundamentales para poder realizar buena divulgación científica.

Y hasta aquí esta parábola, una historia tragicómica que a cada día que pasa es más trágica que cómica. Es más, los mismos arqueólogos esgrimen ya que su futuro no está bajo nuestros pies, pues las ruinas ahora están sobre nuestras cabezas. Mala ciencia. Mala divulgación. Mal rollo…



Este artículo ha sido redactado por Miguel Ángel Puch Garduño, Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Máster en Rendimiento Físico-Deportivo, Doctorando en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Colaborador-Honorario en el Departamento de Deporte e informática en la Universidad Pablo de Olavide. Asimismo, es coautor del Proyecto Divulgativo ¡No Todo es Ciencia! donde se divulgan informaciones científica sobre Ciencias de la Salud.


Referencias bibliográficas:


[1] «Scientific Opinion on the substantiation of a health claim related to collagen hydrolysate and maintenance of joints pursuant to Article 13(5) of Regulation (EC) No 1924/2006 European Food Safety Authority». https://www.efsa.europa.eu/en/efsajournal/pub/2291 (accedido sep. 13, 2021).


[2] «Sí, la cerveza es buena tras hacer ejercicio (lo dice un estudio)», AS.com, abr. 23, 2018. https://as.com/deporteyvida/2018/04/23/portada/1524492819_549743.html (accedido sep. 13, 2021).


[3] D. J. Nutt, L. A. King, y L. D. Phillips, «Drug harms in the UK: a multicriteria decision analysis», The Lancet, vol. 376, n.o 9752, pp. 1558-1565, nov. 2010, doi: 10.1016/S0140-6736(10)61462-6.


[4] M. G. Griswold et al., «Alcohol use and burden for 195 countries and territories, 1990–2016: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2016», The Lancet, vol. 392, n.o 10152, pp. 1015-1035, sep. 2018, doi: 10.1016/S0140-6736(18)31310-2.


[5] «UMH - UNIDAD VII: OTRAS TERAPIAS». https://www.umh.es/contenido/Estudios/:uni_didac_1742_1_Extinguir_131885/datos_es.html (accedido sep. 13, 2021).


[6] «Testing Treatments». https://training.cochrane.org/online-learning/knowledge-translation/testing-treatments (accedido sep. 13, 2021).


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